viernes, 5 de octubre de 2012

El origen de la escritura en Persia

El joven Tamuras, emperador de Perisa, recibió un día la visita de un anciano  mago, muy célebre y sabio. Cuando estuvo en su presencia, el mago le dijo que a su perfección le faltaba una ciencia: la magia. Le ofreció, entonces, instruirle en tan misterioso y arcano conocimiento. Tamuras accedió, y se encerró con el mago, durante siete días y siete noches, en la estancia más solitaria y apartada del Palacio. 

Qué le dijo el mago al emperador nunca se supo, pero el anciano, después de terminar su tarea, fue recompensado con un saco de piedras preciosas. El monarca, por su parte, estaba invadido por una gran alegría. Ahora lo sabía todo, lo que le convertía en superior a los demás mortales. Esto hizo que, por fin, pudiese enfrentarse a los Divs, los terribles enemigos que sus antepasados no habían logrado derrotar.

Dio órdenes a sus generales para que preparasen un ejército y se encerró en una habitación. Allí pronunció unas palabras mágicas, se hizo invisible y se trasladó en un instante al palacio de Ahriman (el rey de los Divs). Entró en la sala del trono y le susurró unas palabras misteriosas al oído. De pronto, Ahriman se volvió también invisible y fue conducido, volando, al palacio de Tamuras, donde fue encerrado como prisionero. Tamuras quemó aloe y pétalos de rosa, creando un humo azulado y, al pronunciar otras palabras, Ahriman se convirtió en un hermoso caballo negro. 


Pasado un tiempo, cuando el ejército estuvo preparado, Tamuras guió a sus tropas al país de los Divs (que estaba sumido en el caos debido a la falta del líder). Los dos inexpertos hijos de Ahriman, pidieron consejo al mago más poderoso del reino. Éste les advirtió que nada podrían hacer contra Tamuras, que tenía prisionero a su padre mediante artes mágicas. Además, añadió que el reino de los Divs debía terminar. Haciendo caso omiso a la advertencia, los dos hermanos entraron en conflicto con Tamuras, cuyo ejército, muy superior, destrozó a sus rivales. Los hermanos fueron tomados como prisioneros, y suplicaron a Tamuras que les devolviese a su padre y les concediese la libertad. A cambio, ellos le revelarían un secreto que haría famosa e inmortal a Persia.

Tamuras accedió, y ellos, tal y como habían prometido, le enseñaron aquel secreto que haría ilustre a Persia a través de los siglos: la escritura.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Fausto

Fausto,  héroe que sella un pacto con el Diablo  e intenta sobrepasar las limitaciones humanas, representa el ansia  insatisfecha del ser humano y la búsqueda, no sólo del conocimiento, sino del sentido de la vida. También simboliza a la humanidad en su conjunto, su ambición, su inquietud, sus ilusiones y desesperanzas, su debilidad, su infinita búsqueda de la felicidad y gloria.
Esta figura legendaria es una de las más importantes dentro de la literatura desde el siglo XVI (desde el Fausto de Marlowe al de Goethe, pasando por el Racionalismo, el “Sturm Und Drang”, el Fausto del Romanticismo, etc.). Se cree que su mito fue creado en torno al Doctor Faustus, un personaje histórico.  A su se fueron añadiendo colores y  una amalgama de tradiciones, elementos paganos y tradiciones cristianas, que enriquecieron su mito.
El Fausto de Goethe.
Goethe nos presenta a Fausto como un doctor o un mago, que se siente desolado, perdido, y busca la sabiduría (que se relaciona con la redención), tanto de las cosas terrenales como de lo trascendental. Quiere llegar a dominar tanto el cuerpo como el espíritu, pero fracasa. Aspira al infinito, vive por la eterna consecución de un ideal, y por eso mismo no es capaz de disfrutar de la vida.
Mefistófeles (un diablo de confianza enviado por Satán) se le aparece entonces y se ofrece a complacer todas sus aspiraciones, a cambio de su alma. Fausto vuelve a ser joven y comienza su búsqueda con Mefistófeles como compañero, que representa todo lo que Fausto ha dejado atrás en su búsqueda de conocimiento (poder, placer, riquezas…). Con su nueva forma, Fausto seduce, sin dificultad, a Margarita, una joven sencilla e inocente, que se entrega a él sin reparos. En un ataque de desesperación, comete infanticidio, por lo que es enviada a la cárcel. Allí, hace caso omiso a las palabras de Mefistófeles y es salvada por la gracia divina.
Fausto sigue su camino, y después ama a Helena,  hija e Zeus, la perfecta belleza, pero acaba desilusionado de nuevo, ya que su hijo muere.  Atormentado, descubre que nada puede darle la paz, ni la verdad, ni la belleza, ni la magia, ni el amor, ni la ciencia…
Cuando llega la hora de que pague a Mefistófeles (pues Fausto cree haber encontrado la felicidad al poseer unos terrenos en la costa), el reuerdo de Margarita hace que esa aparente felicidad se disipe. Por eso, su alma es salvada debido a que lo único que buscaba era la Belleza y el Bien. Así, asciende al cielo, para encontrarse con Margarita, y Mefistófeles es burlado.